UN RECREO LITERARIO EN EL CALCHAQUÍ

La propuesta tiene que ver emular la situación del recreo. Este periodo de descanso de la rutina escolar se constituye como un espacio de libertad en el que los estudiantes deciden qué hacer y con quién, además, es donde comparten e interactúan entre pares, es el espacio propicio para el juego y la diversión. El “Recreo Literario” intenta conservar esas características del recreo escolar con algunos agregados, como una radio abierta y un kiosco muy particular, donde se pueden comprar palabras de otros y la moneda de cambio son las propias. Además, entre las personas que recorren el patio se ven malabaristas, músicos tocando, narradores contando sus historias y mimos regalando sus silencios.

Este momento, al igual que un recreo, puede ser efímero y desordenado pero también puede constituirse en "una ocasión" para la lectura en la escuela.

Como ocurre en un recreo normal, el Recreo Literario comienza con un sonido que se propaga por toda la escuela, una batucada toca en el patio y funciona como timbre.
Poco a poco los estudiantes de Juan Calchaquí descubren que ese lunes 18 de mayo su recreo va a ser distinto. Al salir de las aulas y recorrer las galerías descubren a un acróbata en zancos repartiendo “billetes” del Kiosco de Palabras y a un animador presentando los diferentes “puestos de venta” mienstras explica la forma de intercambio.

El Kiosco de palabras cuenta con ocho puestos, cada uno con diferentes tipos de textos expuestos en un “tendedero” de manera que los estudiantes recorren libremente, leen, seleccionan, comentan, recomiendan, critican y se llevan textos.