viernes, 28 de agosto de 2009

Paula Margules visitó Salta


En este viaje recorrió distintos lugares de nuestra ciudad, comenzando el miércoles 19 con un Café Literario. En este espacio tan particular, docentes, los integrantes del colectivo artístico “Cultura Vaiven” y los clientes ocasionales del bar compartieron con la escritora textos, narraciones, café y risas.

El jueves estudiantes de los I.F.D. se reunieron en el Cabildo Histórico para participar de un taller, la mañana transcurrió al ritmo de las lecturas y los cuentos, los finales propios y de otros, y bajo la mirada curiosa de los visitantes del museo que se asomaban para escuchar cómo una calesita podía ser al mismo tiempo caja de bombones (La Calesita de Ephraim Kshon). En cambio, la calurosa noche del 20 de agosto encontró a los estudiantes del B.S.P.A. de Villa Juanita disfrutando de historias contadas por partes y conversadas enteras.

Así, sin más motivos que una visita o las ganas del encuentro…

Así, sin más razón que compartir palabras, saborear relatos y disfrutar de las voces que cuentan…

Así, sin más...andan buscando ocasiones para la lectura

El día que no existan más ratones. Paula Margules.
La escritora nació en Buenos Aires. Publicó "El Futuro tan temido", en "Literatura en Malba-Encuentro con escritores" (2004); "Alberto Gerchunoff, bello sino de la literatura" (2006). Su novela “Brujula al sur" ganó el Premio Emecé 2000, el jurado estuvo integrado por Vicente Battista, Eduardo Gudiño Kieffer y Ema Wolf.Varios de sus cuentos han sido distinguidos en diversos ámbitos (Clayton Valley High School, California; Editorial Milá; Embajada de Israel, y Pontificia Universidad Católica Argentina). Dirige talleres literarios del Plan Lectura e integra el equipo asesor de la revista "Letras de Buenos Aires" (Premio Konex 2004, a la trayectoria).

domingo, 9 de agosto de 2009

Nuestro Chef Recomienda...

Textos para seguir mordiendo.
En esta oportunidad les proponemos:
La degustación de dos textos regionales en un menú a la carta; puede comenzar apreciando el exquisito sonido de las palabras en un cuento corto de Lucila Lastero para luego descubrir el sabor de la sal en un relato inédito de María Rosa Delgado. O al revés…






Lastero nació en Florencio Varela, Provincia de Buenos Aires, en 1978. Se radicó en Salta en 1980. Narradora; Profesora en Letras. Recibió varias menciones y premios literarios en concursos nacionales e internacionales de cuentos. Publicó el libre “No habrá nunca una puerta”, que recibió el premio de narrativa de la provincia. Actualmente ejerce como docente en varias instituciones secundarias y terciarias de la Provincia de Salta.



Cuento Inédito:
La Herencia


María Rosa Delgado



El corazón se le agitó aún más cuando escuchó el estruendo del barco que hacía pie en el puerto. La gente se agolpó en la cubierta esperando ver la tierra prometida. Mientras, Carmen buscaba sus bártulos y sus recuerdos a tientas en la oscuridad del interior, olvidando que lo más importante lo llevaba adentro mezclado entre su cuerpo, esperando nacer.


Los pañuelos se agitaban, miles de palomas de trapo recibían a los desterrados que venían buscando el pan y la dignidad perdida o robada. Pero mi tatarabuela buscaba otra cosa.

La niña que se bajó del “Esperanza” los primeros días del siglo pasado, venía con el desengaño a cuestas persiguiendo a su destino y buscando al padre de su hijo. Le sobraba belleza y ansias de trabajo, así que en unas horas ya estaba limpiando lo pisos de una casa en el centro de la ciudad.

En el pueblo aún se seguía murmurando de la niña del mar, de esa que se robó un marinero pero que no pudo conservarlo. Y es que las sirenas con sus melodías de jalea y miel captaban a sus presas como a insectos y, aunque alguno osaba escapar, volvía arrepentido pidiendo piedad. Lorenzo, que de mares ya sabía mucho, llegó escapando con su garra de acero a cuestas perseguido por las notas de azúcar de esas bestias que no se parecían en nada a las que él cazaba en alta mar aunque compartieran la afición por cantar.

De cómo se conocieron sólo recuerdo un pasaje breve de una carta marchita. Ella guiada por el aroma a frutos marinos se acercaba al puerto casi todas las mañanas, acompañada por las niñas del lugar a mirar a los que habían burlado a las ninfas. Él venía confiado en su habilidad de escapista, sabiéndose vencedor de las terribles hijas de Forcis. Y sin saber, cayeron en una mirada constante y cálida, de esas que tratamos de evitar pero que nos doblegan, que nos sonrojan hasta los límites de nuestra piel.

Mi tatarabuelo le cantó coplas con cacao al oído, bañadas de su voz de arena, le dejó corales en la almohada y partió de nuevo en la nave que lo había depositado en esa tierra, con la excusa secreta de enfrentar nuevas batallas, nuevos monstruos mitológicos. Carmen, no pudo ponerse a tejer historias pacientemente esperando el regreso de Lorenzo, la guagua en su interior crecía y las fajas que la ceñían ya no la dejaban conservar su paso diligente. Ya no tenía pretendientes que la acosaran, las lenguas habían esparcido su ponzoña entre las casas, así que con la cabeza en alto, como a quince centímetros de los hombros, se subió al barco que prometía honra a más de nueve mil kilómetros.

El cómo vivió desde ese día no viene al caso, ni mucho menos les importará saber cómo murió. Pero si pudiesen ver el daguerrotipo que tengo entre mis manos se darían cuenta que esa mujer con el cabello coronado en puntillas es idéntica a mí y que lo que me inquieta no es llevar a flor de piel sus genes sino las flores de coral que encontré entre las plumas de mi almohada.


--o--
María Rosa Delgado, es de la localidad de El Carril. Este año se recibíó de Prof. en Lengua y está trabajando en un Proyecto de Recuperación con chicos del Nivel Polimodal. Este es el primer cuento que se anima a compartir.


domingo, 2 de agosto de 2009

¿Hay recetas para escribir?


No lo sabemos…pero, al igual que en la cocina, cada uno tiene su estilo, costumbres, preferencias, estrategias, en fin, un cúmulo de cosas propias y de otros.

Escribir y cocinar tienen en común esa mezcla entre lo convencional y lo novedoso, lo propio y lo heredado o aprendido. Apelando a este curioso parecido, los participantes de “Leer: un viaje fantástico” realizaron un taller muy particular.
“Cuentos a la Carta” proponía un espacio distendido y relajado en el que los estudiantes de la Escuela Walter Adett podían compartir sus producciones y “recetas” con la escritora local Lucila Lastero.

Para este encuentro se organizó un almuerzo especial, en las mesas brillaban manteles de colores y platos exóticos, “Budín de pata de minotauro acalambrado”, “Salpicón de ave fénix a la ceniza”y "Jugo de mandrágora” eran algunas de las delicias que se podían degustar. Mientras los participantes probaban estos aperitivos, el tallerista-mozo preguntaba cuáles eran los ingredientes y el modo de preparación de las comidas.

Después se les entregó el menú del día, que, para sorpresa de todos , consistía en el índice de un libro. Cada comensal eligió su plato principal y poco a poco las mesas se fueron poblando de platos con libros. Luego de degustar el texto elegido cada uno comentaba la receta del mismo.



El postre estuvo a cargo de la chef Lucila Lastero quien compartió una de sus producciones y comentó los ingredientes que utilizó en la preparación.
Y para la sobremesa, los jóvenes cocineros también nos dieron a probar sus textos, compartieron sus recetas y secretos… descubriendo una vez más que, leer es un viaje fantástico.